El referente es aquel que sirve de ejemplo, quien marca un camino a seguir. José María Volta puede darse el lujo de decir que es uno de esos destacados en el ambiente del rally, específicamente entre los navegantes. Dejó su huella mientras estuvo en actividad y lo sigue haciendo hoy, al ser el encargado de Caminos y Seguridad del Rally Argentino.
Una extraordinaria carrera que lo ha llevado a navegar a los mejores pilotos del país, por los caminos del mundo y con varios campeonatos en su haber, son méritos suficientes para ganarse ese título de referente. Es palabra autorizada para organizadores, dirigentes, pilotos y navegantes. Hoy, ya debajo del auto, se sorprende por lo que está viviendo con su nueva tarea: “Me están haciendo más notas que antes. Es que durante mi carrera estuve opacado tanto por la imagen de Gabriel Raies como por la de Luis Pérez Companc. Ahora me están dando más bolilla”, sostiene entre risas. Y acostumbrado a hablar como a la hora de tener que cantar la hoja de ruta, se prende en una larga charla con CORSA, sin tiempos que cumplir.
-¿Por qué no se le da tanta trascendencia al navegante?
-Se le da, pero el tema del navegante pasa porque lo nuestro tiene que salir siempre bien. O sea, trascendés cuando cometes un error. Lo mismo que un arquero en el fútbol. Capaz que atajó mil pelotas y le pasa lo que le sucedió al inglés en el Mundial (Robert Green), a quien crucificaron por un error. En esto es lo mismo: cuando vos hacés las cosas bien, es algo normal. Nunca el trabajo nuestro va a ser sobresaliente.
Bascuñan
-¿Hay más errores de pilotos o de navegantes?
-Terminan siendo en conjunto. Pero el piloto tiene más chances de cometerlos porque está improvisando constantemente; el navegante
tiene un guión, y si la erra es porque falla en la lectura.
-Si te dan a elegir entre navegante y piloto, ¿qué decís?
-Yo siempre como navegante, nunca probé como piloto. A lo mejor como piloto no hubiera sido bueno; pero en lo mío me pude destacar. Creo que hice una buena elección. Nunca me picó el bichito por ser piloto. Incluso no soy de andar fuerte en el auto de calle. Me falta ese fuego sagrado de pisar fuerte el acelerador; en cambio sí me da mucha adrenalina estar sentado al lado.
-¿Y se disfruta? Porque uno de afuera los ve y dice “estos tipos están locos”…
-Un día, Gabriel (Raies) me preguntó: “¿Pero por qué no te asustaste? Yo me cagué todo y vos nada”. Y le dije: “Lo que pasa es que siempre pienso que vos tenés un recurso más para solucionar el problema. En cambio vos sabes cuándo no tenés más opciones. Por eso es que tardo en asustarme”. Yo, al estar tanto tiempo con un piloto es como que tenía seguridad, porque en definitiva mi trayectoria fueron Gabriel y Luis. Me pasé 18 años con ellos, así que imagínate la confianza que les tenía.
-¿Sentiste miedo alguna vez?
-Sí. Lo comento y la gente cree que lo digo en broma: yo en Finlandia, el primer año, tuve terror. Y el segundo tuve miedo, nada más. Llegaba al final de los especiales con las piernas agarrotadas. Mandaba la orden de relajarme, decía “ya está”, pero el cuerpo no me respondía. Estaba tensionado de los nervios, porque en esa prueba venís tan rápido, y entre árboles, que realmente te da miedo y te preguntas si anotaste todo bien. El problema es el tiempo, si te demoras en cantar, fuiste.
-¿Es una especie rara la del navegante?
-No, ceo que están muy bien marcados los dos tipos de navegante:
el que va porque le gusta y lo toma como un hobby, y el que se hace un verdadero profesional. A mí me pasó de no gastar zapatillas porque siempre caminaba a diez centímetros arriba del piso; alerta a todo. Uno de los piropos más grandes que recibí fue de Diego Curletto, quien me contó que cuando arrancó a correr con Recalde, le preguntó qué tenía que hacer y él le dijo: “Vos dedicate a cantar la hoja y abajo del auto estate siempre cerca de Volta”. Esa era una forma de demostrar que un tipo tan parco como Recalde me valoraba.
-¿Cómo llegaste al rally?
-De chico me gustaba pero no tenía chances de llegar. Ni siquiera
tenía amigos en esto. Salvo uno que era Pococho Pichioni, que corría de navegante con Tito Germani y a quien conocía porque le vendía ropa a su hermana. En 1980, justo viajé a Córdoba cuando se corría un rally, así que me pidieron que, como conocía las sierras, los llevara a distintos lugares. Esa fue mi primera entrada al rally. Después, en 1984 me vuelvo a vivir a Córdoba, voy a venderle ropa y justo llama Germani que necesitaba un navegante para ir al GP de Bariloche. “Yo tengo uno que no sabe mucho, pero le explico”, le dice Pichioni por teléfono. Así que me llevó al tramo con mi auto y me hizo la mímica de lo que tenía que hacer. Un curso intensivo. A los dos días arranqué para correr con Germani. Y me picó el bichito. Empecé a ir a los talleres a ofrecerme como navegante y así fui escalando hasta que me llamó Raies. Y ya mis entradas de dinero se dieron por el rally.
-¿Ya te bajaste del todo?
-Creo que sí. Si volviera tendría que ser por una propuesta muy interesante y debería calentarme por entrenar de nuevo. Requiere una gran exigencia física. Hay que tener rapidez mental y visual; y todo eso se hace con trabajo. A veces alguno me invita a subirme en un shakedown y me sube la adrenalina otra vez. O sea, retirarme no me he retirado aún; pero tampoco le pongo ningún tipo de voluntad para volver.
-Si tenés que elegir un piloto de todos los que acompañaste, ¿con cuál te quedás?
-Por una cuestión lógica, con Gabriel y con Luis, porque cada uno me brindó lo mejor. Esto sin faltarles el respeto a los otros, porque si yo fuese diplomático te diría “todos fueron buenos”. Pero creo que quienes me marcaron fueron ellos dos.
-¿Tuviste algún referente como navegante?
-Pococho, que fue quien me inició; y luego Pepe García, el navegante
del Gringo Bescham. Él fue quien me enseñó muchas de las cosas que sé, tenía un trato preferencial conmigo. Creo que él vio en mí en su momento lo que yo hoy veo en algunos chicos. Descubrió que yo iba a andar bien y puso las fichas en mí. Obviamente, en cada asado salen cientos de anécdotas, aunque siempre hay una que es inolvidable: “La que siempre recuerdo es una con Gabriel Raies. Corríamos con el Clio y el Gringo Bescham nos gana un tramo en Misiones. `Bajate y peleales el tiempo porque el nuestro está mal´, me dice. `No, Gabriel está bien´, le digo. `¿Y por qué me decís eso?´, me pregunta. `Porque manejaste como el culo´, le contesto. Se dio vuelta y me dice: `Te suicidaste, Voltita, eh´. Ahí pensé: `¡Qué boludo! ¿Para qué me meto en quilombos al decirle que había venido mal?´. En el tramo siguiente sólo le cantaba la hoja. Hasta que volvemos a repetir el tramo y bajamos 40 segundos, ¡le ganamos por 20 a Bescham! No le dije nada, hasta que me miró y me dijo: “Tenías razón, culeado”, pero mal, de mala forma.
-Con el piloto se crea una relación especial, ¿no?
-Y sí. Luis Pérez Companc a veces me comentaba que le preocupaba que lo conociera tanto. Me decía: “Buenos días” y yo ya sabía el día que iba a tener. Gabriel era más impredecible.
-¿Cómo era estar con los Pérez Companc?
-Me sentí tan integrado a su familia que es como si me hicieras hablar de un amigo de toda la vida. A Luis es como que le agarré el cariño de un hermano mayor. Compartimos cosas fuertes. El automovilismo es así: te une o te hace pelear. Tantos días juntos, dormís, te levantás, comés, hacés un deporte de riesgo, llegás cansado. Hay que saber entender todas esas cosas.
-Decías que siempre estabas atento a todo. ¿Eras más rápido abajo que arriba del auto?
-A eso de la rapidez lo aprendí con Gabriel. Con él me mandé macanas por estar papando moscas. Yo en esa época abajo era bastante zonzo; pero porque él era demasiado vivo. Entonces me relajaba. Es más, trataba de no hacer despelotes porque él ya hacía demasiados. Después la cosa cambió.
-¿Se puede hacer trampas en el rally?
-Sí, por supuesto que se puede.
-¿Las hiciste?
-Noo, jaja. Más que trampas fueron vivezas. Quizás el tratar de ver dónde podíamos sacar ventaja en algún acorte. Luego eso se fue diluyendo y hubo una época en la que fue todo muy transparente. Y ahora es como que algunos quieren trampear con las pasadas y demás, pero ya los vamos a domar. Quieren sacar ventaja haciendo una pasada más por los tramos y yo soy un convencido que hacer muchas pasadas en un auto de calle no sirve. Vos te tenés que preocupar en hacer las dos pasadas con una hoja bien hecha, y que te lleve la hoja y no lo visual. Porque si hacés diez pasadas vas a terminar yendo por lo que viste y no por lo que te van cantando; o sea que estarás llevando 80 kilos al lado al vicio. Y el secreto de esto es interpretar la hoja.
-Dijiste que hay veces que podés perder carreras que nunca pensaste y ganar otras imposibles…
-Sí, el automovilismo es así. Hay veces que venís ganando por un minuto y se te para el auto, perdés tiempo y a lo mejor después arranca de nuevo y no sabés por qué pasó. Y hay otras que venís séptimo, y uno se quedó, el otro se pegó, uno penalizó y quizás terminás ganando. Siempre en esto lo fundamental es no bajar los brazos ni en la carrera ni en el transcurso del campeonato. Villagra, a los dos últimos títulos del Argentino los ganó corriendo desde atrás, porque no se entrega nunca.
Hoy Volta no va a fondo, pero sigue recorriendo caminos en su nueva función: “Es algo que me gusta. Y hasta tuve un problema de salud por exigirme de más. Quiero que todo salga bien. Ahora me lo estoy tomando más tranquilo. Y a los pilotos y navegantes les da tranquilidad que yo vaya antes a los tramos. Eso me genera una presión extra por no poder defraudar a nadie. Por eso cada día trato de perfeccionarme más en esto.
-¿Tenés más responsabilidades ahora?
-Son dos cosas distintas. Cuando corría tenía un solo problema: mi piloto y yo; tenía que solucionar y tratar de que a los dos nos fuera bien. Ahora tengo 50 problemas porque quiero que a todos les vaya bien, que estén tranquilos y que no les pase nada. Entonces hoy tengo una responsabilidad mucho mayor de la que tenía. Me siento responsable de todos. A mí me cargan porque me preguntan qué soy y con qué ojos miro: si con los ojos de los organizadores o de los navegantes. Y yo les contesto que todavía siguo siendo navegante.
Gentileza Revista Corsa.
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Etiquetas: pasion x el rally, Rally Argentino
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